domingo, 4 de julio de 2010

Grandes maestros vol.1: Sergio Leone.

Sergio Leone comenzó en el mundo de la dirección como ayudante activo de Mario Bonnard en "Los últimos días de Pompeya" (Gli ultimi giorni di Pompei, 1959). No sería éste su único trabajo previo a un largometraje propio, ya que también fue ayudante de dirección, aunque con una menor responsabilidad, en la superproducción "Ben-Hur" (Ben-Hur, 1959).

Su primer film como director fue "El coloso de Rodas" (Il Colosso di Rodi, 1961), un peplum de acción algo alejado de las obras de romanos salidas del Hollywood de la época que no le sirvió para ganarse la fama y el respeto que le darían obras posteriores. Tras dirigir la segunda unidad en "Sodoma y Gomorra " (Sodom and Gomorrah, 1962) de Robert Aldrich, logró el éxito como director con una película basada en la obra de Kurosawa "Yojimbo, el mercenario" (Yojimbo, 1961): "Por un puñado de dólares" (Per un pugno di dollari, 1964). Película en la que ya podían observarse las principales características del cine de Leone: el uso de la técnica y la elección musical como arma para mostrar y causar en el espectador la tensión de la escena, diálogos de calidad y violencia. "Por un puñado de dólares" supondría además el lanzamiento al estrellato del actor Clint Eastwood. Actor que repetiría en el papel principal de las siguientes obras de Leone: "La muerte tenía un precio" (Per qualche dollaro in più, 1965) y "El bueno, el feo y el malo" (Il buono, il brutto, il cattivo, 1966). Formando con estas tres películas la conocida como "trilogía del dólar" y que recaudó cifras enormes con la fórmula propuesta por Leone, que consistía en dilatar los tiempos narrativos acompañando las escenas con brillantes planos y la solidez de la música de Ennio Morricone, capaz de transportar al espectador a la acción y hacerle vivir la tensión del momento. Veamos el ejemplo perfecto y más conocido de dicha fórmula: el famoso trielo de "El bueno, el feo y el malo".



Tras esta trilogía sin relación argumental, Leone volvió a dirigir un western calificable de obra maestra y que contó con un increíble reparto (Henry Fonda, Charles Bronson, Claudia Cardinale...), "Hasta que llegó su hora" (C'era una volta il west, 1968). Veamos usando una escena de esta película un ejemplo del excelente uso de la cámara que poseía Sergio Leone además de su capacidad para adentrar al espectador en las vivencias del personaje.



Analicemos la escena. Una bellísima Claudia Cardinale llega a la estación, camina junto a una multitud mientras suena una alegre melodía, mira por una ventana (minuto 0:45). Tras dar unos pocos pasos algo contrariada y perdida, observamos al fondo el reloj sobre la entrada de la estación mientras su rostro permanece en primer plano (minuto 1:07). De pronto se gira y es ella la que mira detenidamente el reloj observando la hora, toma consciencia de su nueva situación al llegar a otra ciudad y la música cambia. Comienza una única secuencia, la mujer entra en la estación y somos nosotros los que miramos ahora por una ventana, en un magnífico ejercicio de profundidad de campo se intuye tras los cristales de la puerta y ventana del fondo la nueva ciudad, la cámara sube sobre el tejado de la estación hasta mostrar esa nueva ciudad con un plano general y a Claudia Cardinale atravesándola, mientras la música termina de alcanzar el clímax de la escena.

Su siguiente film, de menores aspiraciones, fue el western ambientado en la revolución mexicana "¡Agáchate, maldito!" (Giù la testa, 1971). Pasarían más de diez años hasta que viera la luz el proyecto de más larga gestación de Leone, que en esta ocasión no sería un western: la sobresaliente "Érase una vez en América" (Once Upon a Time in America, 1984), con Robert De Niro en el papel principal. Y con ella se cerró la filmografía de Sergio Leone, que falleció en el año 1989 en Roma a causa de un infarto.

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